EL
TEXTO ARGUMENTATIVO
La argumentación es un modo de organizar el discurso que
pretende conseguir la adhesión de un auditorio a las tesis u opiniones que
sostiene el autor. La argumentación se utiliza normalmente para desarrollar
temas que se prestan a cierta controversia.
La argumentación se identifica con el enunciado de un problema
o situación que admite posiciones a favor o en contra de una tesis (opinión que
se defiende). Argumentar es, por tanto, aportar razones para defender una
opinión.
Toda argumentación tiene un carácter dialógico, es
decir, presupone un diálogo con el pensamiento del
interlocutor para transformar su opinión (tesis y argumentos,
por un lado; antitesis y contraargumentos, por el
otro). Por ello se ha de presuponer la existencia de dos o más interlocutores
(el escritor y su/s oponente/s). De aquí se deduce la necesidad de tener en
cuenta al destinatario (identificarlo, conocer sus gustos y valores, prever su
opinión...) para seleccionar los argumentos o premisas más
adecuados y eficaces, y para contraargumentar (exponer razones
que contrarresten o invaliden los razonamientos ajenos).
Como práctica social, la argumentación implica una forma
específica de interacción ante la presencia de una discrepancia o conflicto.
Tanto en la participación en distintas instancias de la vida pública como en el
ámbito privado, la argumentación ofrece una alternativa a las formas directas
de la imposición o la violencia para resolver situaciones problemáticas en las
que no existe consenso. Desde un punto de vista pragmático, la argumentación es
un acto de habla complejo cuyo propósito es contribuir a la resolución de una
diferencia de opinión.
Por otro lado, la argumentación, por importante que sea en un
texto, suele combinarse con otros modos de organizar el discurso, como la explicación o
la descripción,
para conseguir un texto más eficaz y dinámico. Así ocurre en el ensayo, en el
que predomina el procedimiento argumentativo en combinación con la exposición.
Otros textos en los que se emplea con profusión la argumentación son los textos
científicos, los jurídicos y algunas modalidades de textos técnicos, por ejemplo
el informe (ver "Modelos de
textos").
El discurso argumentativo, pues, se realiza en una amplia
variedad de formas textuales que apelan a recursos muy diversos y poseen
distinto grado de complejidad. Las situaciones más comunes en que se emplea la
argumentación son las siguientes:
a) Situaciones de carácter interpersonal: vida
cotidiana (discusión entre dos personas con diferente punto de vista),
entrevista laboral, etc. Se caracterizan por la utilización de un discurso poco
planificado.
b) Situaciones de carácter social: cartas
al director, artículos de opinión, manifiestos, anuncios publicitarios,
debates, mesas redondas... Emplean un discurso más planificado y estructurado,
con una gramática más elaborada y precisa.
c) Situaciones técnicas: ámbito
científico, jurídico y administrativo... (artículos de investigación, tratados,
instancias, alegatos, sentencias, demandas...). Usan estructuras muy
formalizadas, en un discurso técnico.
d) Situaciones académicas: los
exámenes, informes, trabajos académicos (ver "Modelos de textos").
En el ámbito académico (exámenes, informes, trabajos académicos) saber argumentar bien es imprescindible para defender con éxito la posición que se sostiene. Para ello, es importante examinar los posibles argumentos de los contrincantes y buscar argumentos sólidos que defiendan nuestras conclusiones.
Los textos argumentativos, como los expositivos, basan una
parte importante de su efectividad en la buena organización de las ideas con
las que se pretende convencer o persuadir. De entre las variadas formas con las
que se puede manifestar este modo de organizar el discurso, analizaremos la
estructura más habitual establecida ya en la Antigüedad por la retórica
clásica. Todo texto argumentativo se articula en torno a cuatro partes
fundamentales:
1. Presentación o introducción
Tiene como finalidad presentar el tema sobre el que se
argumenta, captar la atención del destinatario y despertar en él el interés y
una actitud favorable.
2. Exposición de la tesis
La tesis es la postura que se mantiene ante el tema. Puede
aparecer al principio o al final del texto y es el núcleo de la argumentación.
Una tesis puede ser una opinión subjetiva, en el caso de la
argumentación informal; en cambio, si se trata de un trabajo académico de
investigación, la tesis tiene que ser una hipótesis científica. Cabe destacar
que una tesis que no se apoye en argumentos racionales no constituye una
argumentación académica. Solamente los datos objetivos o las afirmaciones
demostrables científicamente constituyen argumentos válidos en un texto
científico-técnico.
Al defender una opinión suele adoptarse una de estas tres
posturas argumentativas:
a) Postura positiva: el
emisor-argumentador aporta argumentos que apoyan su tesis (argumentación
positiva o de prueba).
b) Postura negativa: se
ofrecen razones que refutan o rechazan argumentos contrarios al propio punto de
vista (argumentación negativa o de refutación).
c) Postura ecléctica: se
aceptan algunas razones ajenas (concesiones) y se aportan argumentos propios.
3. Cuerpo argumentativo y antitesis
Una vez expuesta la tesis, empieza la argumentación
propiamente dicha. Se trata bien de justificar la tesis con la presentación de
pruebas y argumentos variados (argumentación positiva), refutar la tesis
contraria, o admitir algún argumento contrario (concesión) para
contraargumentar.
Con el objetivo de lograr persuadir al destinatario, el emisor
puede desplegar una serie de estrategias argumentativas. Puede recurrir a las
citas de autoridad y a la ejemplificación, a la analogía, a la exposición de
las causas y las consecuencias que comporta la adopción de sus ideas, al
refuerzo de su opinión mediante datos objetivos (como, por ejemplo, resultados
estadísticos o sondeos), o a la discusión y desestimación de posibles
objeciones a la tesis adoptada.
4. Conclusión
Se recuerda al interlocutor la tesis, las partes más
relevantes de lo expuesto y se insiste en la posición argumentativa adoptada.
En las argumentaciones escritas (textos científicos y
técnicos, humanísticos, ensayos...), los esquemas más utilizados son:
a) Argumentación deductiva. Presenta
una orientación demostrativa: se parte de una o varias ideas generales (tesis)
para llegar a una conclusión (que reafirma la tesis de partida o propone nuevas
tesis) mediante la presentación de hechos, pruebas y argumentos.
b) Argumentación inductiva. Se
parte de la presentación de una serie de argumentos y, tras análisis y
razonamientos variados, se llega, a modo de conclusión, a una tesis que se
infiere de dichos argumentos.
c) Argumentación mixta. Contiene
a la vez elementos del esquema deductivo y del inductivo. Se formula al
principio la tesis, se muestran hechos, casos o razonamientos que la confirmen
y, al final, se repite la tesis, casi siempre con alguna variante.
¿CÓMO SE
HACE UN TEXTO ARGUMENTATIVO?
A. Explorar la cuestión
El primer paso es la indagación; antes de empezar a escribir un texto argumentativo hay que explorar la cuestión, es decir, el problema o situación que admite posiciones a favor o en contra de una tesis, y considerar las diversas posiciones. Para ello se requiere:
El primer paso es la indagación; antes de empezar a escribir un texto argumentativo hay que explorar la cuestión, es decir, el problema o situación que admite posiciones a favor o en contra de una tesis, y considerar las diversas posiciones. Para ello se requiere:
a) Explorar los argumentos sobre todos los
aspectos de la cuestión
Nuestra tarea consiste en dar una opinión bien informada que pueda ser defendida con argumentos sólidos. Nos informaremos sobre la cuestión, leeremos artículos y hablaremos con personas con diferentes puntos de vista. Así empezaremos también a formular argumentos propios.
b) Cuestionar y defender la tesis
Tendremos que examinar también los argumentos a favor y en contra de la tesis. Hay que convencer al lector de que los argumentos son ciertos, y de que la tesis deriva coherentemente de ellos.
Nuestra tarea consiste en dar una opinión bien informada que pueda ser defendida con argumentos sólidos. Nos informaremos sobre la cuestión, leeremos artículos y hablaremos con personas con diferentes puntos de vista. Así empezaremos también a formular argumentos propios.
b) Cuestionar y defender la tesis
Tendremos que examinar también los argumentos a favor y en contra de la tesis. Hay que convencer al lector de que los argumentos son ciertos, y de que la tesis deriva coherentemente de ellos.
c) Revisar y reconsiderar los argumentos
Después de haber decidido la conclusión que queremos defender y de haber explorado los argumentos, tenemos que pensar en la forma más adecuada de organizarlos: es eficaz discriminar los argumentos fuertes frente a los débiles.
Después de haber decidido la conclusión que queremos defender y de haber explorado los argumentos, tenemos que pensar en la forma más adecuada de organizarlos: es eficaz discriminar los argumentos fuertes frente a los débiles.
B. Ordenar los puntos principales
Supongamos que hemos llegado a una tesis que pensamos que podemos defender adecuadamente. Ahora hace falta organizar el texto de manera que trate todo lo necesario; prepararemos el esquema.
Supongamos que hemos llegado a una tesis que pensamos que podemos defender adecuadamente. Ahora hace falta organizar el texto de manera que trate todo lo necesario; prepararemos el esquema.
a) Explicar el problema
Empezamos presentando la pregunta a la que queremos responder. En el ejemplo que proponemos más adelante, la pregunta implícita sería: "¿Vulnera la ley de extranjería española la Declaración Universal de los Derechos Humanos?"
A continuación, explicamos por qué es importante. También hay que considerar al público al que nos dirigimos.
b) Formular una propuesta o afirmación definitiva
Si estamos formulando una propuesta, tenemos que ser específicos. Expondremos, en primer lugar, nuestra afirmación de una manera simple y, a continuación, ofreceremos tantos detalles como sea necesario. Hay que formular de manera clara cuál es nuestro propósito.
Empezamos presentando la pregunta a la que queremos responder. En el ejemplo que proponemos más adelante, la pregunta implícita sería: "¿Vulnera la ley de extranjería española la Declaración Universal de los Derechos Humanos?"
A continuación, explicamos por qué es importante. También hay que considerar al público al que nos dirigimos.
b) Formular una propuesta o afirmación definitiva
Si estamos formulando una propuesta, tenemos que ser específicos. Expondremos, en primer lugar, nuestra afirmación de una manera simple y, a continuación, ofreceremos tantos detalles como sea necesario. Hay que formular de manera clara cuál es nuestro propósito.
c) Desarollar los argumentos de un modo completo
Una vez que hayamos aclarado la importancia de la cuestión que estamos tratando, y una vez que hayamos decidido exactamente lo que nos proponemos hacer, estamos en condiciones de desarrollar el argumento principal.
Planificar es importante. Un argumento bien desarrollado es mejor que tres argumentos tan sólo esbozados.
d) Examinar las objeciones (contraargumentos)
Hay que anticiparse a preguntas escépticas. De este modo, podemos matizar la tesis de partida.
La mayoría de las tesis no tienen un solo efecto, sino muchos. Tenemos que examinar qué desventajas puede tener nuestra tesis (anticipándonos a las desventajas que otros puedan argumentar como objeciones). Argumentaremos que las ventajas superan a las desventajas (y nos aseguraremos de que realmente lo hacen) y trataremos de responder a las críticas más fuertes o más comunes.
C. Escribir el texto argumentativo
Una vez explorada la cuestión y desarrollado un esquema, es el momento de escribir el texto.
Una vez explorada la cuestión y desarrollado un esquema, es el momento de escribir el texto.
a) Seguir el esquema
Seguiremos el esquema que hemos desarrollado y no pasaremos de un punto a otro, si éste debe venir más tarde.
b) Formular una introducción breve
La introducción debe ser breve y precisa; no puede ser una introducción demasiado general.
c) Exponer los argumentos de uno en uno
Como regla general, expondremos un argumento por párrafo. Incluir muchos puntos diversos en el mismo párrafo sólo confunde al lector y hace perder aspectos importantes. Usaremos el argumento principal para plantear los párrafos.
Un buen ensayo primero explica la importancia de la cuestión, luego formula la tesis y finalmente dedica un párrafo (o, a veces, varios párrafos) a cada una de las premisas.
d) Claridad
Las cuestiones que a nosotros nos parecen que están relacionadas, a algún lector le pueden parecer totalmente desvinculadas. Es, por tanto, esencial explicar las conexiones entre las ideas, aun si nos parecen absolutamente claras.
e) Apoyar las objeciones con argumentos
Además de desarrollar nuestros propios argumentos de una manera cuidadosa y completa, también desarrollaremos en detalle los posibles contraargumentos, si bien de un modo no tan completo como los argumentos a favor de la postura defendida.
Seguiremos el esquema que hemos desarrollado y no pasaremos de un punto a otro, si éste debe venir más tarde.
b) Formular una introducción breve
La introducción debe ser breve y precisa; no puede ser una introducción demasiado general.
c) Exponer los argumentos de uno en uno
Como regla general, expondremos un argumento por párrafo. Incluir muchos puntos diversos en el mismo párrafo sólo confunde al lector y hace perder aspectos importantes. Usaremos el argumento principal para plantear los párrafos.
Un buen ensayo primero explica la importancia de la cuestión, luego formula la tesis y finalmente dedica un párrafo (o, a veces, varios párrafos) a cada una de las premisas.
d) Claridad
Las cuestiones que a nosotros nos parecen que están relacionadas, a algún lector le pueden parecer totalmente desvinculadas. Es, por tanto, esencial explicar las conexiones entre las ideas, aun si nos parecen absolutamente claras.
e) Apoyar las objeciones con argumentos
Además de desarrollar nuestros propios argumentos de una manera cuidadosa y completa, también desarrollaremos en detalle los posibles contraargumentos, si bien de un modo no tan completo como los argumentos a favor de la postura defendida.
f) No afirmaremos más de lo que hemos probado
Terminaremos sin prejuicios. Muy rara vez responderemos a todas las objeciones de manera adecuada, y siempre pueden aparecer nuevas objeciones, que no podemos infravalorar.
D. Evitar las falacias
Las falacias son errores en los argumentos. Llamar a algo una falacia normalmente es sólo otra manera de decir que viola una de las reglas de los buenos argumentos que acabamos de exponer. Por ejemplo: si en el desarrollo de los puntos principales se generaliza a partir de una información incompleta (punto c) o si no se examinan las objeciones (punto e).
Las falacias son errores en los argumentos. Llamar a algo una falacia normalmente es sólo otra manera de decir que viola una de las reglas de los buenos argumentos que acabamos de exponer. Por ejemplo: si en el desarrollo de los puntos principales se generaliza a partir de una información incompleta (punto c) o si no se examinan las objeciones (punto e).
* Importancia de los conectores argumentativos en
el texto académico
La función básica de los textos argumentativos es presentar
una serie de informaciones de manera convincente para guiar al lector hacia las
conclusiones que nos interesan. Es imprescindible por ello relacionar las
secuencias textuales entre sí.
De acuerdo con las funciones que realizan los conectores
argumentativos, distinguiremos tres grupos distintos:
I. Conectores contraargumentativos
a) Expresiones conectivas
como aunque, a pesar de (que), pese a (que) y si
bien (de las que aunque es el conector prototípico).
b) Conectores como pero, sin embargo, no obstante, ahora bien, con todo, aun así o de todas formas (pero es el representante paradigmático de este grupo).
c) Grupo formado por conectores tales como mientras que, en cambio y por lo contrario (básicamente modifican en el segundo miembro algún aspecto de lo formulado en el primero)
b) Conectores como pero, sin embargo, no obstante, ahora bien, con todo, aun así o de todas formas (pero es el representante paradigmático de este grupo).
c) Grupo formado por conectores tales como mientras que, en cambio y por lo contrario (básicamente modifican en el segundo miembro algún aspecto de lo formulado en el primero)
II. Conectores consecutivos
a) Conectores integrados en la
oración (que presentan la conjunción que): así que, de modo
que, de manera que, por lo que, de ahí que, etc.
b) Conectores de tipo parentético: por ello/eso, por ese/ tal/ dicho motivo/ razón/ causa, por (lo) tanto, en consecuencia, por consiguiente, por ende, pues, así pues.
b) Conectores de tipo parentético: por ello/eso, por ese/ tal/ dicho motivo/ razón/ causa, por (lo) tanto, en consecuencia, por consiguiente, por ende, pues, así pues.
III. Conectores aditivos
a) Conectores que introducen un
nuevo aspecto o punto de vista del tema que se está tratando sin valorarlo
desde el punto de vista argumentativo: asimismo, igualmente, de igual/
mismo modo, por otra parte, por otro lado, por su parte, a su vez.
b) Conectores que introducen un nuevo aspecto informativo del tema, presentándolo como más fuerte desde el punto de vista argumentativo que los aspectos anteriores: además, encima, por añadidura, por demás, incluso, inclusive.
b) Conectores que introducen un nuevo aspecto informativo del tema, presentándolo como más fuerte desde el punto de vista argumentativo que los aspectos anteriores: además, encima, por añadidura, por demás, incluso, inclusive.
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